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Treintena a San José

¡Amado San José!

Desde mi pequeñez y dolor y ansiedad,

te contemplo con emoción y alegría en el cielo,

donde resides con los Bienaventurados,

pero también como padre de los huérfanos en la tierra,

alegría de los tristes, amparo de los desvalidos,

gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios.

Por eso yo, pobre, desvalido, frágil y necesitado,

te dirijo hoy y siempre mis tristezas y alegrías,

mis ruegos y súplicas, mis arrepentimientos

y mis esperanzas; y hoy especialmente

traigo ante tu imagen un sufrimiento que consolar,

un mal que remediar, una desgracia que impedir,

una necesidad que resolver,

una gracia que obtener para mí y para mis seres queridos.

Y para animarte aún más a oírme y obtenérmelo,

te lo pediré durante estos treinta días,

urgente y confiadamente,

recordando los hitos que en tu vida marcaron

tu fidelidad a toda prueba,

y que son los motivos que tengo para esperar

que no demores en responder a nuestra necesidad.

1.- Te lo pido por la bondad divina que movió al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, Dios Hombre, el Señor Jesús.

2.- Te lo pido por la prontitud con la que respondiste al llamado de ser Padre adoptivo del Señor Jesús y Casto esposo y custodio de nuestra Santa Madre.

3.- Te lo pido por tu fortaleza discreta y silenciosa con la que buscaste un establo para cuna de Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.

4.- Te lo imploro por la pronta obediencia con la que impusiste al Reconciliador el Santo Nombre de Jesús, por disposición del Eterno para consuelo, amor y esperanza nuestra.

 

5.- Te lo suplico por el dolor heroicamente aceptado al oír del Ángel la muerte decretada contra tu Hijo Dios, y por tu valerosa huida a Egipto, por los sufrimientos del camino, por la pobreza del destierro, y por las inseguridades del retorno a Nazaret.

 

6.- Te lo pido por tu aflicción dolorosa de tres días al perder a tu Hijo, y por tu alegría intensa y discreta al encontrarle en el templo; por el gozo inefable de los treinta años que viviste en Nazaret con Jesús y María sujetos a tu autoridad y providencia.

 

7.- Te lo ruego por el heroico sacrificio con que aceptaste la misión del Señor Jesús: la cruz y la muerte por nuestra reconciliación.

 

8.- Te lo imploro por el heroico desprendimiento con el que todos los días contemplabas aquellas manos infantiles que serían taladradas un día en la Cruz; aquella cabeza que se reclinaba sobre tu pecho que sería coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabas contra tu corazón, que sería extendido en la Cruz.

 

9.- Te lo pido por tu tránsito de esta vida y tu entrada al Cielo, donde tienes tu trono de poder.

 

10.- Te lo suplico por tu gozo cuando contemplaste la Resurrección del Señor Jesús, su ascenso a los Cielos y su trono de Rey inmortal por los siglos.

 

11.- Te lo pido por la dicha con la que contemplaste ser ascendida a los Cielos por los ángeles a tu santísima Esposa y coronada por el Eterno como Reina y Señora de todo lo creado.

 

12.- Te lo ruego y espero confiadamente por tus trabajos, dolores y sacrificios en la tierra, y por tus triunfos y tu bienaventuranza en el Cielo con tu Hijo Jesús y con Santa María.

¡Oh mi buen San José! Yo, inspirado en la fe de la Santa Iglesia y en comunión con el sentir universal del pueblo cristiano, siento en mí la confiada fuerza, que me alienta a pedirte, suplicarte y esperar me obtengas de Dios la gracia que voy a poner ante esta imagen en la tierra y ante tu trono en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.

(Aquí, levantado el corazón a lo alto, se pide al Santo la gracia que se desea.)

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